Decía al terminar la primera parte de éste Camino a Santiago, "De promesas, paraguas y otras cosas (Gijón-Santiago)", que a partir de Tapia de Casariego empezaba a cumplir una promesa.
La promesa hecha a mi madre, antes de su fallecimiento el pasado año, de hacer mi próximo Camino entre Tapia y Santiago.
Tapia de Casariego, además de ser su lugar de nacimiento, también lo fué del mío, hace casi 63 años.
¡Va por Ud, madre!.
En Tapia, una vez acomodado en el albergue, viene a recogerme mi primo Fernando, que se empeña en "homenajearme" en su casa: empanada, caldo gallego, chorizo y "roxois" (grasa del cerdo tostada), una "maragota" pescada por él mismo, requesón, pasteles.....
- "!Come, come, que si sobra, habrá que tirarlo".
Y yo, por aquello de que "en casa del pobre, más vale reventar que no que sobre".....
¡Dios...., con la "enchente", seguro que mañana no entro ni en las botas!.
De vuelta al albergue, aprovecho para hacer de cicerone a un grupo de peregres franceses. Y es que Tapia de Casariego, además de un precioso pueblo del Occidente Asturiano, es "mi pueblo".
Les enseño la playa de "As Represas"

el puerto

el faro

y la playa de "Os Campos"

A la cena, en un restaurante típico, los franchutes se empeñan en pedir de postre requesón, un postre, tambien típico de Tapia.
Les advierto de que el requesón, una especie de queso blando, casi crema, tiene un sabor fuerte, ácido y agrio, y que no es apto para paladares delicados.
- "Sans problem. En la France, nous avons des fromages, tres, tres fortes, et dejá nous somes habitués".
Probarlo, poner cara de "Mon Dieu, vraiment, cést tres, tres forte", y dejarlo en el plato todo a una.
Y es que, para apreciar el requesón de Tapia, hay que ser de Tapia.
El dueño del restaurante, antiguo coleguilla mío de correrías infantiles, accede a cambiárselo por unos flanes con nata, más apropiados para estómagos "dejá habitués aux fromages tres, tres fortes".
Es, ya, casi de noche, cuando entre elogios a Tapia, y maldiciones al requesón, aprovechamos para echar una última mirada a la playa de "As Represas",

Al día siguiente, hasta Ribadéo, son solo 12 kms., pero me sigue apeteciendo recorrer y disfrutar, fuera del camino, de los lugares en los que me gustaba perderme de joven.
desde la playa de Penarronda

el camino me llevará, entre pastizales, hasta Figueras, y cruzando el "Puente de los Santos"

sobre la Ria del Éo

hasta Ribadéo

A partir del albergue de Ribadéo y su enorme reloj de sol

el camino gira hacia el suroeste, y la concha, que antes indicaba el sentido del camino con su parte cerrada, ahora lo hace con su parte abierta

Las 20 ó 22 plazas del albergue, atendido por voluntarios de Protección Civíl. se cubren rápidamente, y ya hay peregrinos que han de dormir en el polideportivo.
Allí esta Joe, un peregrino canadiense, que mañana tomará un autobús con destino a Miráz, en donde dará hospitalidad a otros peregrinos en el albergue que la Confraternity of St. James tiene en tan estratégico lugar.
Los dos llevamos el distintivo de los Hospitaleros Voluntarios al cuello, y la empatía es instantánea.
Entre Ribadéo y Gondán (22 kms), pasado A Ponte de Arante, la subida resulta fatigosa y lenta.
Las lluvias que dias pasados inundaron la vega del rio Éo, especialmente Vegadéo, han arrastrado la tierra que cubría
la senda, y no hay manera de dar un paso sin pensar antes en donde colocar el pié

La llegada al albergue de Gondán

en medio de la "casi" nada,

supone un remanso de paz para el cuerpo y el espíritu.
No hay ni tiendas ni bares en Gondán. Si no has llevado tu cena, has de pedirla por teléfono a un bar distante 2 kms. Te ofrecen platos combinados por 6,50 €, transporte incluido, sencillos pero suficientes.
Tan solo 5 peregrinos esa noche. Muchos seguirán hasta Lourenzá, 7 kms. más adelante.
El día amanece con la niebla que me acompañará durante las siguientes mañanas, pero según avance el día, se irá disipando, al principio en zonas altas, y mas tarde en los valles

La entrada a Lourenzá me regala ésta imágen de un magnífico "carballo". Su aislamiento es lo que, sin duda, le ha permitido adquirir la forma casi esférica de su ramaje.

Hoy me quedaré en Mondoñedo

Solo han sido 14 kms., pero los 2 ó 3 últimos, desde que se termina la senda, pasando por rotondas, desviós y cruces, se me han hecho eternos. ¿Será porque el sol cae a plomo?.
Además, si continúo, tendré que hacer frente a los 12 kms. de subida contínua hasta la ermita de San Cosme, y a los otros 6 por "A Terra Chá", la meseta lucense, que poco tiene que envidiar a la castellana en días de calor.
Desde Mondoñedo (ya se "huelen" los últimos 100 kms.)

hasta Gontán otra etapa corta. Pero es que, o me paro en su pulquérrimo albergue

o tengo que seguir otros 21 kms. más.
Entre Gontán y Villalba, por fin, una etapa bastante llana, con muy poca carretera, paisajes bucólicos

y puentes medievales como "La Ponte Vella"

El albergue de Villalba,

está a la entrada, a casi dos kms. del centro urbano y del primer supermercado para comprar algo.
Algo lejos para ir a comprar la cena, que, después de todo, no podré cocinar: el albergue tiene una magnífica cocina, pero sin un solo utensilio de cocina o vajilla. Vamos...., lo normal en los albergues de la Xunta.
Se lo comento, como el que no quiere la cosa, a la persona de Protección Civil que atiende el albergue:
- "Es que los peregrinos dejan los cacharros sucios, y hemos decidido quitarlos".
¡Coñóooo!, me digo, el día que se den cuenta que, además, dejamos sucios los W.C., los suelos, las literas, etc., los quitan también.
Menos mal que a 50 mts. hay un restaurante, que, aunque algo subido de precio,
está pasable. Pero que no te toque llegar a Villalba un sábado o un domingo: el restaurante en cuestión cierra, y ahí te las arregles.
Hace un calor sofocante, y presagia tormenta.
Sobre las 5, el presagio deja de serlo: una impresionante tromba de agua y granizo

nos coge a casi todos los habituales en el albergue. A todos menos a Brigitte, una peregrina alemana de 71 años que camina con su perro "Mendhi".
Cuando, por fin, llegan, respiramos tranquilos: han podido guarecerse en una gasolinera. Mal lo hubieran pasado de cogerles la tormenta en descampado.
La salida de Villalba, a la señalización me refiero, es, con perdón o sin él, una verdadera putada.
Para no cruzar una rotonda con escasísimo tráfico, las flechas te mandan por un andadero paralelo a la carretera de A Coruña durante 1 km. Tienes que subir unas escaleras, cruzar por un puente con mas tráfico que en la rotonda, bajar otras escaleras, volver otro kilómetro por el andadero...., para ir a dar a 20 mts de donde saliste.
Y lo más delirante, es que hay una pasarela peatonal sobreelevada de unos 100 mts, de longitud, sobre la misma rotonda.
Si el que marcó el camino entre Navia y La Caridad, en Asturias, ese día estaba borracho, el que lo hizo, aqui, en Villalba, lo hizo en medio de un ataque de sadismo.
Lo recomendable: olvidarse por una vez de las flechas, seguir desde el albergue todo recto por la carretera-calle hasta el centro del pueblo,y ya, en el camino oficial, dejar a mano derecha la iglesia de Santa Maria

a la izquierda la Torre de los Marqueses de Andrade

y bajar hasta el puente sobre el rio Magdalena, ese día envuelto en la bruma matutina.

Después de cruzar, envuelto en niebla, un puente sobre la auovía (¡Dios, que lejos queda Donosti!)

Se pasa delante del cementerio con aires neogóticos de Insúa

y se llega a Baamonde, a 103 kms. de Santiago.
"Los 100 últimos kilómetros", se dejan ver claramente. Si en Villalba éramos 20 ó 25 peregrinos, aqui en Baamonde, no somos menos de 40. Menos mal que hay sitio suficiente para peregrinos, bicigrinos, turigrinos y otras hierbas, en el bien cuidado albergue.
Baamonde tiene una bonita iglesia románica

y un emorme y centenario castaño a su lado

La cena, en el "Restaurante Galicia", cuyo propietario Xoán Corral se autodefine como escultor, poeta y cocinero.
Curioso tipo Xoán. Y curioso su establecimiento repleto de antiguedades

Desde Baamonde, como ya dije antes, quedan poco mas de 100 kms. hasta Santiago, y eso se merece otro relato en otro próximo día.
Saludos.